Durante el siglo XIX y principios del XX, los carteros llamaban a la puerta y esperaban pacientemente a que alguien abriera. Los expertos en eficiencia estimaron que cada transportista perdía una hora y media cada día esperando a que los clientes llegaran a la puerta. Para recuperar esas preciosas horas, en 1923 el Departamento de Correos ordenó que cada hogar tuviera un buzón o ranura para cartas para recibir el correo.
Los buzones residenciales pueden ser económicos, pero deben ser lo suficientemente fuertes para soportar las inclemencias del tiempo. Deben ser seguros contra los ladrones, pero lo suficientemente simples para abrirlos sin problemas. Las cartas, los papeles y las revistas deben caber fácilmente en el interior y deben tener un dispositivo de señalización para notificar a los transportistas que el correo está listo para ser recogido. Aunque los carteros necesitan recoger y depositar el correo sin demora, los buzones pueden ser lo suficientemente ornamentales como para complacer al residente. Los buzones que cumplen con la lista de criterios emitidos por la Oficina Postal tienen el sello "Aprobado por el Director General de Correos".
Aunque existen muchos diseños de buzones estándar, las personas a menudo personalizan sus buzones residenciales. El arte popular de los buzones es muy popular, especialmente en las rutas rurales. ¡Esté atento a su próximo viaje por carretera en busca de buzones de correo inusuales!
Allison Marsh, Museo Postal Nacional