Aunque ahora es una vista familiar en las intersecciones concurridas de todas las ciudades, los buzones no se usaron hasta la década de 1850, después de la introducción de los sellos postales. Antes de 1847, todos tenían que llevar sus cartas a la oficina de correos, pagar el franqueo y hacer que el administrador de correos marcara cada artículo como "pagado". Una vez que la gente pudo tener sellos en casa y enviar cartas a su gusto, el Departamento de Correos comenzó a colocar buzones de recolección de correo en las aceras de la ciudad para mayor comodidad. Como alternativa al Departamento de Correos oficial, los carteros privados ofrecían servicios de mensajería y tenían buzones en las grandes ciudades.
Los buzones residenciales aparecieron más tarde, a medida que se expandieron los servicios de correo. En 1863, con la creación de Entrega Gratuita en la Ciudad (en inglés: Free City Delivery), los carteros comenzaron a entregar el correo a domicilio. En 1923, el Departamento de Correos ordenó que todos los residentes proporcionaran un buzón o espacio para recibir su correo. Surgieron varios negocios para vender buzones de todas las formas, tamaños y grados de utilidad. Finalmente, el Departamento de Correos emitió una lista de estándares que cada buzón debía cumplir. Los diseños que cumplen con esos criterios todavía tienen la etiqueta "Aprobado por el director general de correos".
Allison Marsh, Museo Postal Nacional