El béisbol moderno nació en el noreste de los Estados Unidos durante las décadas de 1830 y 1840, pero no se extendió a otras partes hasta después de la Guerra Civil. Conforme la nación absorbía a millones de migrantes y confirmaba su papel prominente en los asuntos internacionales a principios del siglo XX, los promotores de béisbol comenzaron a describir al juego como «el pasatiempo nacional». Con el fin de presentar el juego como algo distintivamente estadounidense, inventaron un origen mítico que no se basaba en eventos reales. En el proceso, pasaron por alto la relación de los antiguos juegos de pelota que practicaban las civilizaciones mesoamericanas, tales como los aztecas, mayas y zapotecas. Los campos para juego de pelota indígenas florecieron en los centros de las grandes ciudades de estas sociedades altamente complejas, y las dimensiones políticas y rituales de sus juegos dieron forma al béisbol moderno tanto como sus antecedentes europeos.
Las estampillas mexicanas que conmemoran la participación en los eventos deportivos regionales e internacionales con frecuencia establecen una conexión directa entren los juegos antiguos y los modernos.
Para crear El Quetzalcoatl Bat, Gómez Morín (n. 1956) grabó el plumaje de Quetzalcóatl, una heroica serpiente emplumada venerada por las civilizaciones mesoamericanas, en un bate de béisbol hecho en Estados Unidos para representar la naturaleza dual estadounidense y latina del deporte.
Albert Goodwill Spalding (1850–1915), exlanzador de las grandes ligas, que levantó un imperio de artículos deportivos y organizó las primeras giras mundiales del béisbol, le irritaban las afirmaciones de que su amado juego tenía orígenes extranjeros. Por lo que formó un comité, llamado la Comisión Mills, cuyos miembros dieron origen al mito de la invención del béisbol en Cooperstown, Nueva York por Abner Doubleday en 1839.
La obsesión de Spalding por demostrar «el origen puramente estadounidense» del béisbol influyó en las páginas de sus propias publicaciones. Incorporó de manera acrítica la historia de Abner Doubleday en su libro, America’s National Game, porque apoyaba sus opiniones predeterminadas. Aunque tendencioso y lleno de fallas, el libro de Spalding fue, no obstante, el primer intento serio por escribir la historia del béisbol.