Ya sea que estuviera pisoteando un hoyo de uvas, llenándose la cara de chocolates frenéticamente o arrastrando las palabras en un comercial de Vitameatavegamin, nunca perdió la forma de hacer reír a su audiencia. “¡Luuuuucy!” como su esposo Ricky Ricardo gritaría cuando otro plan descabellado terminó en hilaridad, era la personalidad de comedia de situación de Lucille Ball.
Pero fuera de la pantalla, Lucy estaba lejos de ser un ama de casa torpe. Ella y su esposo Desi Arnaz (su pareja en la vida real y en la televisión) eran una fuerza poderosa, ella como comediante y él como líder de una banda cubana que había huido de la agitación política en su país de origen para triunfar en los EE. UU. con su talento musical. Esta loca pareja ficticia no solo dominó el horario de máxima audiencia, sino que las verdaderas Lucy y Desi se convirtieron en magnates del negocio de la televisión con su productora Desilu.