Introducción: Historia Postal de Cuba
La isla de Cuba, de un mapa de 1855 publicado por J.H. Colton & Co., Nueva York. (Colección privada)
En los días anteriores a la invención de los sellos postales, la gente podía enviar sus cartas con o sin pago. La mayoría envió sus cartas sin pagar, dejando que el destinatario pague el franqueo. De cualquier manera, generalmente, uno tenía que llevar su carta a la oficina de correos para enviarla. No había buzones de recogida de correo en la mayoría de las ciudades y pueblos.
Si se pagaba por adelantado, el empleado de la oficina de correos determinaba la tarifa del franqueo por peso y distancia, y uno le pagaba en el mostrador. El empleado marcó la letra “Pagado” o “Franco”, indicando prepago, aplicó su marca de localidad o fechador y la metió en la valija postal adecuada para su viaje.
Si no se pagó, al recibirlo, el empleado aplicó su marca de ciudad o sello de fecha y lo colocó en su bolsa de correo correspondiente. La carta sería tasada por los gastos de envío por un empleado de la oficina de correos receptora. Cuando el destinatario llamó a la oficina de correos receptora por su correo, pagó el franqueo adeudado marcado en el anverso de la carta.
Este sistema comenzó a cambiar cuando Gran Bretaña emitió por primera vez sellos postales el 1 de mayo de 1840. Ahora la gente tenía la oportunidad de pagar por adelantado su franqueo con sellos. En aquellas ciudades y pueblos con buzones de recolección de correo, simplemente podrían dejar sus cartas selladas en un buzón conveniente y no tendrían que viajar a la oficina de correos para enviar una carta prepaga. España emitió sus primeros sellos postales el 1 de enero de 1850. En Cuba, los primeros sellos postales se pusieron a la venta el 24 de abril de 1855.