Pocas personas habrían esperado que una niña que padeció polio y usó aparatos ortopédicos en las piernas durante varios años fuera proclamada algún día "la mujer más rápida del mundo". Pero esa es la historia de Wilma Rudolph, quien en los Juegos Olímpicos de 1960 en Roma, Italia, ganó tres medallas de oro en pruebas de velocidad (las pruebas de relevos de 100 metros, 200 metros y 4 x 100 metros). Rudolph, quien también ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1956 en Melbourne, Australia, ganó varios premios y fue incluido en el Salón de la Fama del Deporte Negro en 1980. Después de retirarse de la competencia, Rudolph trabajó como maestro, entrenador de atletismo y locutor deportivo. También sirvió en varios programas gubernamentales que ayudan a jóvenes desfavorecidos. También fundó la Fundación Wilma Rudolph para promover programas deportivos y académicos basados en la comunidad y orientados a la juventud. En su honor, la Women's Sports Foundation otorga anualmente el premio Wilma Rudolph Courage Award a una atleta que demuestre fortaleza, perseverancia, abnegación e inspiración.
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