Después de la Revolución Mexicana, los líderes confrontaron un gran reto. Estos tuvieron que enseñar a grupos de personas que se identificaban asímismos como parte de los pueblos a poder identificarsen como parte de la nación. Estos grupos con frecuencia protegían celosamente su propio dialecto, sistema de cambio, costumbres y tradiciones culturales y con frecuencia resistían la intrusión de otros.
Un sistema de moneda nacional, un himno nacional, una bandera, un sistema unificado de tiempo, pesas y medidas, un mismo idioma enseñado en las escuelas… todo esto ayudó a los líderes a juntar muchos grupos en uno. Enfatizando en compartir la herencia en lugar de las diferencias también ayudó algunas veces a unir a grupos hostiles.
Las sutiles imagenes impresas en los sellos de correos cambiaron inexorablemente la forma en que el pueblo se veia a sí mismo. Ellas llevaron mensajes poderosos de historia y los dispersaron a comunidades por lo general iliteratas, recordando la herencia cultural compartida por los Mayas y Aztecas, así como la unión artística, musical y tradiciones arquitecturales.