Helen Keller (1880-1968) padeció de pequeña una enfermedad que la dejó sorda y ciega. Debido a su condición, tenía dificultad para comunicarse con el mundo. En 1886, Anne Sullivan (1866-1936) se convirtió en institutriz y compañera de toda la vida de Helen. Anne había sufrido ceguera cuando era niña y pudo trabajar con Helen a través de un lenguaje de comunicación manual. Con la ayuda de Anne, Helen le mostró al mundo que las personas con discapacidades pueden llevar vidas plenas y productivas. Helen se graduó de Radcliff College en 1904 y dedicó su vida a trabajar en favor de los discapacitados y en temas como la igualdad racial y de género. Juntas, Anne y Helen trabajaron para la Fundación Estadounidense para Ciegos, sirviendo como asesoras y defensoras por el resto de sus vidas.
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