Clara Barton (1821-1912) demostró su espíritu de crianza cuando, a los once años, actuó como la enfermera devota de su hermano herido. A los diecisiete años, se convirtió en maestra y luego se mudó a Washington, DC, para trabajar en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos. Respondiendo a las necesidades de las tropas heridas que llegaban a la ciudad en 1861, Clara estableció una agencia para recaudar provisiones y distribuir suministros a las tropas. Se hizo conocida como el "ángel del campo de batalla" mientras trabajaba para ayudar a las tropas en ambos lados de la guerra. Fue al frente de batalla para distribuir suministros y acompañar los transportes de enfermos. Sus esfuerzos para ayudar a otros se extendieron a los civiles mediante el establecimiento de una Oficina de Registros para hombres desaparecidos, ayudando a las familias a localizar a sus seres queridos después de la guerra.
Después de la guerra, Clara viajó a Europa, donde conoció a miembros de la Sociedad Europea de la Cruz Roja. Vio el valor de su trabajo, aprendiendo cómo preparaban los suministros y brindaban capacitación para salvar vidas y aliviar el sufrimiento de los soldados en la batalla. Al regresar a los Estados Unidos en 1881, Clara fundó la Asociación Estadounidense de la Cruz Roja y se desempeñó como la primera presidenta. Su legado perdura hoy en día, ya que la Cruz Roja Estadounidense continúa brindando asistencia de emergencia y socorro en casos de desastre en todo el mundo.